La prescripción y supervisión médica son fundamentales al momento de
consumir antibióticos, para evitar que algunos microbios o baterías se hagan
resistentes y este mal hábito se convierta en un problema grave de salud.
Hoy en día, es común que las personas ante una gripe, fiebre o dolor de
cabeza se automediquen en lugar de acudir a su médico de cabecera, con el
consecuente peligro de empeorar su condición, bien sea por pérdida de eficacia
del medicamento o por una complicación.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), ingerir
antibióticos sin receta médica ha ocasionado una de las mayores amenazas para
la salud pública, dado que las bacterias se hacen inmunes a algunos de ellos y
el cuidado de las enfermedades e infecciones muchas veces requiere dosis más
fuertes e incluso sustancias más potentes.
Del mismo modo, el organismo internacional sostiene que las enfermedades
se han vuelto más difíciles de tratar por la pérdida de efectividad de estas
medicinas, causada por su consumo excesivo e imprudente. La resistencia no sólo
anula el efecto de estos medicamentos en el cuerpo, sino que prolonga y eleva
las estadías y costos médicos.
Aunado a
esto, el consumo innecesario de antibióticos produce otras molestias que van
desde malestares digestivos como mareos, náuseas y diarreas, hasta intolerancias
como reacciones alérgicas en la piel y en algunos casos intoxicación. Entre los
efectos secundarios más graves está la infección por Clostridium difficile,
una especie bacteriana que afecta fuertemente el colon y puede llegar a causar
la muerte.
Es por ello, que como parte de la labor educativa
que realiza para ayudar a optimizar la calidad de vida de los venezolanos,
Laboratorios Calox International de Venezuela recuerda la conveniencia de
insistir en la necesidad inexcusable de la receta médica para la dispensación
de ese tipo de fármacos.
Para contener el aumento de la resistencia
bacteriana en Venezuela, el 2 de enero del 2006, se publicó en la Gaceta
Oficial N° 38.348 la resolución del Ministerio del Poder Popular para la Salud
que obliga a las farmacias, servicios farmacéuticos y cualquier otro
establecimiento debidamente autorizado a dispensar los medicamentos
antimicrobianos mediante la presentación de la prescripción facultativa.