
Las convulsiones pueden ser generalizadas con pérdidas del conocimiento y alternaciones del movimiento (sacudida violenta de brazos y piernas), que hacen que la persona se derrumbe en el suelo; o focales o parciales sin pérdida de conciencia, donde el individuo se desconecta por algunos segundos y tiene conductas erráticas automáticas.
La mayoría de las epilepsias no tienen una causa identificable y se llaman idiopáticas. Se diagnostica cuando el paciente ha tenido dos o más crisis espontáneas o reflejas separadas por 24 horas, y puede presentarse a cualquier edad y en ambos sexos, con mayor frecuencia en la infancia y en la vejez.
Cuando se conoce la causa se dice que es una epilepsia secundaria o sintomática, la cual puede tener como origen un traumatismo, alteración genética con malformación cerebral, un tumor, o infecciones cerebrales como la meningitis, encefalitis o neurocisticercosis.
Según la OMS, las personas con esta afección tienden a presentar más problemas físicos como fracturas y hematomas derivados de las caídas, así como mayores tasas de trastornos psicosociales, entre ellos ansiedad y depresión, por lo que la consideran una prioridad en salud.
El diagnóstico es esencialmente clínico, por lo que se toman en cuenta varios factores como los antecedentes personales y familiares, cómo se presentan las crisis y la descripción del paciente, además de las pruebas complementarias (encefalograma de rutina, vídeo encefalograma simultáneo y resonancia magnética) que ayudan a determinar mejor la patología.
¿Cómo tratarla?
El tratamiento de la epilepsia está dirigido a eliminar las crisis y permitir que el paciente desarrolle una vida normal. La OMS asegura que hasta un 70% de los niños y adultos diagnosticados oportunamente puede tratarse con éxito y tener los síntomas controlados con fármacos anticonvulsionantes.
Dentro del grupo de fármacos indicados está la Gabapetina, un derivado del neurotransmisor GABA (ácido gamma-aminobutírico), que disminuye la excitación anormal del cerebro ayudando a controlar ciertos tipos de convulsiones, y generalmente es bien tolerado.
Se usa como coadyuvante en el tratamiento de epilepsia resistente a la terapia convencional con uno o más fármacos, monoterapia de crisis parciales con o sin generalización secundaria, y adicionalmente para el dolor neuropático.